domingo, 7 de noviembre de 2021

23 DE NOVIEMBRE

 PRIMERA LECTURA. Daniel 2,31-45.

31»Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante.
32Tenía la cabeza de oro fino. el pecho y los brazos de plata. el vientre y los muslos de bronce. 33Las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. 34En tu visión una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. 35Del golpe se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra.
36»Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: 37Tú. Majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder 38sobre los hombres dondequiera que vivan, sobre las fieras agrestes y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. 39Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. 40Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos.
41»Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. 42Los dedos de los pies. de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. 43Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. 44Durante esos reinados, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; 45eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó, el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. Este es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta». 
 
Explicación.
 
2,31-35 La brevedad y lucidez de la descripción convencen al rey y también, artísticamente, al lector la grandeza colosal, el brillo deslumbrante, la caída súbita, el escenario barrido por el viento y llenándose con la montaña suceden en pocas frases certeras. La visión es grandiosa con sobriedad. Reina el silencio, quebrado por el choque final. 

2,35 "Como el tamo": Sal 1,4; 18,43. 

2,37-38 Inspirado en Jr 27.6 y 28.14; mediatamente depende de Gn 1.28 y Sal 8; reaparece en Bar 3.16. 
 
2,41-43 La amplificación algo torpe desentona en el resto; quizá sea adición de un comentarista. Hay que retener la mezcla de poder y debilidad. 
 
2,44 El material del nuevo reino es sólida piedra o roca; la montaña representa lo estable y duradero (Gn 49.26; Hab 3.6). 
 
2,45 En el contexto del autor la piedra es el pueblo elegido; la lectura mesiánica se impuso más tarde. 
 
SALMO. Daniel 3,57-61.

57Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
58Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por Los siglos.
59 Cielos, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por Los siglos.
60Aguas del espacio, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
61Ejércitos del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. 
 
Explicación.
 
3,51-90 El autor griego inserta un himno inspirado en el Sal 136 por el artificio letánico y en el 148 por la invitación universal. Quizá existió como himno autónomo. En el presente contexto se carga de nuevo sentido. 
 
Dura era un escenario universal de los súbditos del Emperador; los cantores en el horno se abren a un escenario cósmico. La banda del rey, música instrumental, convocaba a jefes y súbditos al homenaje de la estatua; la voz humana de los jóvenes convoca el universo al elogio unísono de Dios. En vez de holocaustos de aroma que aplaca, brota ahora el "sacrificio de los labios", la ofrenda musical de la alabanza. Dios no acepta por ahora el sacrificio de la vida de sus fieles, se contenta con el sacrificio del testimonio heroico y de la alabanza entusiasta. 
 
La serie se divide cómodamente en: seis invocaciones dirigidas a Dios, una invitación universal y seis celestes, diez a los meteoros, ocho a animales y siete a hombres. Tiene menos rigor y concentración que el Sal 148. Toda la creación se une al coro de alabanza cuando la convoca la palabra humana. De este modo el hombre ejercita su señorío sobre la creación, nombrándola de nuevo (cfr. Gn 1) Y dándole órdenes desinteresadas. Así se la somete para someterla a Dios, cerrando el círculo que comenzó en la creación. 
  
3,59 El océano celeste, por encima del firmamento (Sal 29,10). 
 
3,61 Astros y constelaciones al servicio de Dios.

EVANGELIO. Lucas 21,5-11.

5 Como algunos hablaban del templo, ponderando la calidad de la piedra y el adorno de los exvotos, dijo:
6 - Eso que contempláis llegará un día en que no dejarán piedra sobre piedra que no derriben.

LA GUERRA NO ANUNCIA EL FIN. PERSECUCIONES.

7 Entonces le hicieron esta pregunta:
- Maestro, ¿cuándo va a ocurrir eso? y ¿cuál será la señal, cuando eso esté para suceder?
8 Él respondió:
- Cuidado con dejarse extraviar, porque van a llegar muchos diciendo en nombre mío: "Yo soy" y "El momento está cerca"; no os vayáis tras ellos.
9 Cuando oigáis estruendo de batallas y subversiones, no tengáis pánico, porque eso tiene que suceder primero, pero el fin no será inmediato.
10 Entonces dijo a los discípulos:
- Se alzará nación contra nación y reino contra reino,
11 habrá grandes terremotos y, en diversos lugares, hambre y epidemias; habrá fenómenos terribles y señales grandes en el cielo.

Explicación.

En Lc, la predicción de Jesús y su discurso sobre el futuro de Jerusalén y del templo y sobre el reinado de Dios en la historia se pronuncian dentro del templo y se dirigen a los que escuchaban su enseñanza (cf. Mt 24; Mc 13).

(5s) A la admiración por la belleza del templo responde Jesús con la predicción de su ruina (cf. 19,41-44: lamento sobre Jerusalén).

(7) La pregunta siguiente no manifiesta sorpresa; de hecho, se pensaba que estaba próximo el cumplimiento de la profecía de las setenta semanas (Dn 9,24-27), y que el momento de máxima ruina señalaría el comienzo de la restauración de Israel y la derrota de los paganos (Dn 7,27). La pregunta es doble: quieren saber el momento en que tendrá lugar el desastre y, en segundo lugar, cuál será la señal que anuncie la inversión del curso de los acontecimientos y la restauración.

(8-19) Comienza el discurso previniendo contra un engaño: el desastre no anuncia una restauración: el presupuesto de la pregunta es falso. De hecho, dentro del grupo judeocreyente muchos simularán espíritu de profecía: atribuirán a Jesús el papel de restaurador de Israel (Yo soy: el Mesías nacionalista) y anunciarán la inminencia de su intervención (el momento está cerca) (8).

Sin embargo, los acontecimientos guerreros no anunciarán el fin de la opresión ni la inmediata restauración mesiánica (9). Habrá guerra y desastres (10s). Pero, lo mismo que el rechazo de "el Hombre" había de proceder a la destrucción de Jerusalén, también los discípulos serán perseguidos de parte de los poderes judíos y paganos. Esto los confirmará en la verdad de su postura (cf. 6,22) (12s).

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