domingo, 7 de noviembre de 2021

6 DE DICIEMBRE

2 OPCIONES.

1ª OPCIÓN.

Primera Lectura: Isaías 35:1-10

Vuelta a Sión (Is 43,19-20; 55,12-13)

1El desierto y el termo se regocijarán,
el páramo de alegría florecerá
2como flor de narciso florecerá,
desbordando de gozo y alegría;
tiene la gloria del Líbano,
la belleza del Carmelo y del Sarón;
ellos verán la gloria del Señor,
la belleza de nuestro Dios.
3Fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes.
4Decid a los cobardes:
"Sed fuertes, no temáis";
mirad a vuestro Dios, que trae el desquite,
viene en persona, os resarcirá y os salvará.
5Se despegarán los ojos del ciego,
los oídos del sordo se abrirán,
6saltará como ciervo el cojo,
la lengua del mudo cantará;
porque ha brotado agua en el desierto,
torrentes en la estepa,
7el páramo será un estanque,
lo reseco un manantial,
la hierba cañas y juncos, en el cubil
donde se tumbaban chacales.
8Lo cruzará una calzada
que llamarán Vía Sacra,
no pasará por ella el impuro,
los inexpertos no se extraviarán.
9No habrá por allí leones,
no se acercarán las bestias feroces,
sino que caminarán los redimidos
10y volverán por ella los rescatados del Señor:
volverán a Sión con cánticos:
en cabeza, alegría perpetua,
siguiéndolos, gozo y alegría;
pena y aflicción se alejarán.

Explicación.

35. Junto al precedente, es el reverso total. Himno a la alegría, con diez menciones de cuatro sinónimos de "gozo". Con temas del Éxodo, desarrollado en cuaternas y ternas. Es el retorno a la patria, como sacra peregrinación. La renovación afecta a las debilidades del cuerpo mutilado, a la debilidad de la naturaleza yerma. Una corriente de gozo atraviesa y vivifica todo; y la razón del gozo es la gloria del Señor, su recompensa, su redención. Sólo canta la marcha, no describe la instauración del nuevo reino.
Es interesante el paradigma de lo que se excluye: impuros o profanos, fieras, pena y aflicción (cfr. 25,8).

35,1-2. La transformación de la naturaleza refleja la gloria del Señor.

35,3-4. Compárese con la negativa de Éx 33,2 y la promesa de Is 52,6.

35,5-6. Ojos y oídos eran motivo conductor en 28-33 y lo son en 40-55.

35,8. El hebreo añade una frase dudosa: "él recorrerá el camino para ellos" (Nm 10.33).


9Voy a escuchar lo que dice Dios:

el Señor propone* la paz

a su pueblo, a sus leales,
a los que recobran la esperanza.
10Ya se acerca su Salvación a sus fieles,
para que la Gloria habite en nuestra tierra.
11 Lealtad y Fidelidad se encuentran,
Justicia y Paz se besan;
12Fidelidad brota de la tierra,
Justicia se asoma desde el cielo.
13Pues el Señor dará la prosperidad
y nuestra tierra dará su cosecha.
14Justicia caminará delante de él
encaminando sus pasos.
Explicación.
85,9 Alguien en la asamblea escucha y comunica el oráculo de respuesta (Sal 81.6c); sólo que Dios no toma la palabra en primera persona. Por eso, los versos 10-14 podrían ser comentario litúrgico. Es un mensaje "de paz": Dios los ha reconciliado. Se dirige a un pueblo que responde con su "lealtad" a la lealtad divina y con su "esperanza" a las promesas. "Recobran" o se convierten a la esperanza. * O: anuncia.
85,10-14 Es una escena de transfiguración poética. Definen el horizonte "cielo y tierra"; los personajes apenas se mueven; Justicia aparece tres veces. Compárese esta escena con la de Is 32,16s. ¿Son cualidades divinas o virtudes humanas? Divina es Gloria, y acción suya Salvación; las otras las posee ejemplarmente y se las comunica al hombre para su bienestar íntegro.
85,10 "Está cerca": véase Is 56,1. La Gloria vuelve a habitar en el templo: se ha de entender sobre el fondo de Ez 10 Y 43.
85,11 Por la ley del paralelismo, los dos verbos se predican de todos los sujetos.
85,12 Señala la dimensión vertical y cósmica de la escena. "Brotar" es imagen de ascendencia ilustre: léanse Is 45,8; 61,11, una cosecha de virtudes humanas.
85,13 La prosperidad abarca también el campo material: Sal 72,16. Dios, el dador, da "el bien", que en el caso presente es la lluvia; véase Is 55,10.
85,14 Ahí pudo terminar la escena, cuando sobreviene algo inesperado: el Señor se pone en camino, y por delante, abriéndole paso, avanza Justicia. El final es sorprendente: el Señor cuya Gloria reside en el templo sigue caminando por la historia. Otros corrigen y leen en el segundo hemistiquio paz o rectitud.
Transposición cristiana.
No encuentro en el NT una escena tan sugestiva, pero encuentro dispersas todas las cualidades mencionadas. Véanse entre otros muchos Rom 14,17; Heb 5,9; Lc 2,30. Algunos Padres aplican el v. 13 al nacimiento del Mesías.

Evangelio: Lucas 5:17-26

17 Uno de aquellos días estaba él enseñando, y estaban sentados fariseos y maestros de la Ley llegados de todas las aldeas de Galilea y de Judea, e incluso de Jerusalén. La fuera del Señor estaba con él para curar.
18 Aparecieron unos hombres llevando en un catre a un individuo que estaba paralizado, y trataban de introducirlo para colocárselo delante.
19 No encontrando por dónde introducirlo, por causa de la multitud, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con el catrecillo hasta el centro, delante de Jesús.
20 Él, viendo la fe que tenían, dijo:
- Hombre, tus pecados quedan perdonados.
21 Los letrados y los fariseos se pusieron a razonar:
- ¿Quién es éste que blasfema así? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios solo?
22 Intuyendo Jesús como razonaban, les repuso:
- ¿Qué razonamiento es ése?
23 ¿Qué es más fácil, decir "tus pecados quedan perdonados" o decir "levántate y echa a andar"?
24 Pues para que veáis que el Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados... - le dijo al paralítico:
- A ti te hablo: ponte en pie, carga con tu catrecillo y vete a tu casa.
25 Se levantó en el acto delante de todos, cargó con el catre donde había yacido y se marchó a su casa alabando a Dios.
26 Todos ellos quedaron atónitos y alababan a Dios, diciendo sobrecogidos:
- Hoy hemos visto cosas increíbles.

EXPLICACIÓN.

De nuevo relación entre enseñanza y curación (cf. 5,15). Jesús, ante los observantes estrictos de la Ley (fariseos) y ante los que la absolutizaban, los maestros de la Ley(expresión de Lc; cf.21: letrados), La fuerza del Señor, el Espíritu (4,14) (17). Interpretación, como en Mc 2,1-13. Diferencias con Mc: no hay "cuatro" portadores; Jesús llama al paralítico hombre (no "hijo"): así indica Lc la universalidad de la salvación. Los fariseos y maestros de la Ley procedían de todos los rincones del territorio judío, incluida Jerusalén (17): desafío de Jesús al exclusivismo judío. El Hombre (24) (primera vez en Lc): el portador del Espíritu, que por ello tiene la plenitud humana. Su acción con el hombre que desea salvación: borrar el pasado (20: pecados) y comunicar libertad y vida (23: Espíritu). Se explicita el contenido de la curación del leproso. Única condición para la salvación, la fe/adhesión a Jesús (20), no la observancia de la Ley judía. Reacción positiva (alabanza a Dios), pero acompañada de temor y sorpresa (cosas increíbles) (25s).

2ª OPCIÓN.

Primera Lectura. Isaías 6,1-8.

1El año de la muerte del re Ozías vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. 2Por encima de él había serafines erguidos, con seis alas cada uno: con dos alas se cubrían el rostro, con dos alas se cubrían el cuerpo, con dos alas se cernían. 3Y clamaban alternándose: ¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria! 4Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. 5Yo dije:
"¡Ay de mí, estoy perdido!
Yo, hombre de labios impuros
que habito en medio de un pueblo
de labios impuros,
he visto con mis ojos al rey
y Señor de los ejércitos".
6Y voló hacia mí uno de los serafines con un ascua en la mano, que había retirado del altar con unas tenazas; 7la aplicó a mi boca y me dijo:
"Mira: esto ha tocado tus labios,
ha desaparecido tu culpa,
está perdonado tu pecado".
8Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
-¿A quién mandaré?,
¿quién irá de nuestra parte?
Contesté:
-Aquí estoy, mándame.

Explicación.

El profeta nos habla de una experiencia trascendental, en un lenguaje de símbolos que invita a vislumbrar el misterio. Podemos dividir el capítulo en tres partes: teofanía (1-5), consagración (6-7), misión (8-12). El estilo está dominado por fórmulas ternarias. Visión, audición y participación se reparten por todo el capítulo.

6,1-4 La teofanía crea una sensación de plenitud. La orla o haldas de una túnica cubren el templo, el humo lo llena, la gloria llena la tierra. Llenan y desbordan, porque el Señor no está circunscrito. El templo es escabel de la grandeza supracósmica, el humo vela y desvela, la tierra es templo gigantesco.

         El Señor está sentado en su trono, como rey. Su corte celeste son los serafines: se mantienen erguidos y se cubren respetuosamente. Entonan un canto alternante. Los ejércitos son los astros celestes. La teofanía, en vez de provocar un terremoto, hace que se estremezca el templo y se llene de humo (cfr. Ex 19; Sal 104,32).

6,5-7 El profeta siente su pequeñez limitada, incapaz de abarcar en vida la grandeza del Señor; siente más su limitación ética, su mancha y pecado, por el cual es solidario de todo el pueblo. La purificación es como rito eficaz que borra los pecados. Los labios son el órgano de la predicación profética.

6,8 La actividad profética es misión encomendada por Dios. El profeta toma la pregunta como dirigida a él, desafío e invitación, y se ofrece sin resistencia; no como Moisés o Jeremías (Ex 3-4).

Salmo.40,2.4.7-11.

2 Yo esperaba con ansia al Señor:
se inclinó a mí y escuchó mi grito.

4 Me puso en la boca un canto nuevo

de alabanza a nuestro Dios.
Muchos al verlo quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.

7 Sacrificios y ofrendas no los quieres;

me has cavado oídos;
no pides holocaustos ni víctimas expiatorias.
8 Entonces yo digo: "aquí he venido".
En el texto del rollo se escribe de mí
9 que he de cumplir tu voluntad:
y yo lo quiero, Dios mío,
llevo tu instrucción en las entrañas.
10 He proclamado el derecho
a una asamblea numerosa.
No he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.
11 No me he guardado en el pecho tu justicia,
he anunciado tu verdad y tu salvación,
no he negado tu lealtad y fidelidad
a la asamblea numerosa.

Explicación.

40,2-4 El comienzo es una secuencia en cuatro escenas rápidas. Un hombre se debate en el lodo de una ciénaga, que amenaza tragárselo aprovechando sus esfuerzos; grita. Alguien lo saca y coloca sus pies en roca firme. Al sentir la solidez bajo los pies, rompe a cantar de gozo y agradecimiento. Un grupo que asistía expresa su confianza en el liberador.

40,2 La forma enfática traduce la expectación, casi la impaciencia del aguardar.

40,4 "Poner en la boca" es fórmula de alcance profético: Dt 18,18; Jr 1,9; 5,14.

40,7-9 Es importante apreciar paralelismos y correlaciones. En esquema: sacrificios / holocaustos, oídos / escrito, vengo / quiero. El primero es un merismo que abarca el culto. El segundo sugiere un encargo oral y uno escrito. El tercero es correlativo del anterior y se articula en dos piezas complementarias: el acto de presentarse y la disponibilidad para ejecutarlo.

40,7 Los sacrificios se relativizan (Eclo 34,18-35,26). "Cavar los oídos" es metáfora única. La imagen parece fijarse en la hondura corporal que abre el oído hacia el interior del hombre: compárese con Is 50,4s.

40,8b-9 Lo que más interesa del texto es la asimilación del encargo y por implicación del tema. Lo que estaba en un "escrito", pasa a estar "en las entrañas"; el texto de la proclamación está amorosamente asimilado. Compárese con Ez 3,3.

40,10-11 La proclamación se enuncia en cuatro verbos y seis sustantivos. El insistir en formas negativas, el apelar al testimonio de Dios, hace sospechar algún riesgo en el encargo, como si algo grave indujera al silencio. El verbo positivo, "evangelizar", significa en la vida civil anunciar una buena noticia. Es típico del profeta del destierro, que también tropezaba con resistencia y hostilidad: Is 40,9; 41,27; 52,7 y 60,6; 61,1; Sal 96,2. El "derecho" recurre también en Is 41,2-10; 42,6.21; 45,19; 51,1.5.7. Los otros sustantivos, con posesivo "tu", pertenecen a una tradición ancha, también presente en el salterio.
Ahora imaginemos que ha comenzado la predicación, que provoca resistencia, oposición, persecución; el orante invoca el auxilio de quien le encomendó la tarea. Es lo que sigue en 12-18.

Evangelio. Lucas 10,1-9.

1 Después de esto el Señor designó a otros setenta y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
2 Y les dijo:
- La mies es abundante y los braceros pocos; por eso, rogad al Señor de la mies que mande braceros a su mies.
3 ¡En marcha! Mirad que os envío como corderos entre lobos.
4 No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias y no os paréis a saludar por el camino.
5 Cuando entréis en una casa lo primero saludad: "Paz a esta casa";
6 si hay allí gente de paz, la paz que les deseáis se posará sobre ellos; si no, volverá a vosotros.
7 Quedaos en esa casa, comed y bebed de lo que tengan, que el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.
8 Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed de lo que os pongan,
9 curad a los enfermos que haya y decidles: "Está cerca de vosotros el reinado de Dios".

Explicación.

Designación y misión. Ante el fracaso de los Doce (9,40.51-56), Jesús se decide a crear otro grupo de mensajeros para que le preparen el camino (1: designó a otros setenta, mejor que 72), según el número de naciones paganas (cf. Hch 6,1ss; los Siete), seguidores de origen no judío, Samaría, la puerta hacia el paganismo (en Mt y Mc, Galilea).

Instrucciones más extensas que a los Doce (cf. 9,3-5). La humanidad está madura para el mensaje; la petición a Dios los identificará con el objetivo de la misión y les obtendrá el impulso necesario para ella (2). Inermes ante la sociedad hostil (3: ovejas, lobos). No preocuparse por el sustento (12,22ss); sandalias, propias de gente acomodada; los saludos eran prolijos: urgencia de la misión (4). Portadores de paz (5-7). Pueblo/ciudad, figura de ambientes de mentalidad abierta, a diferencia de "aldea" (cf. 9,6). No ser exigentes ni hacer distinciones entre los alimentos: integración en la cultura (8). Curar y proclamar (cf. 9,2) (9).

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