Primera Lectura: Éxodo 16,2-4.12-15
Maná y codornices (Nm 11; Sal 78,13s; 106,13-15; Sab 16,20-29).
2La comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, 3diciendo:
-¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad.
4El Señor dijo a Moisés:
-Yo os haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi ley o no.
12-He oído las protestas de los israelitas. Diles: Hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan, para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios.
13Por la tarde, una bandada de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. 14Cuando se evaporaba la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino parecido a la escarcha. 15Al verlo, los israelitas preguntaron:
-¿Qué es esto*?
Pues no sabían lo que era.
EXPLICACIÓN.
16,2-3. La protesta pertenece a un esquema que se repetirá con variaciones. El primer elemento es un juicio comparativo: era mejor la esclavitud en Egipto, incluso con muerte repentina. El segundo elemento es una acusación que deforma, invierte el sentido de la salida, afirma que es para morir.
16,4-5. Se supone una súplica precedente de Moisés a la que responde el oráculo del Señor. El oráculo tiene algo de resumen programático: el hecho en su aspecto trascendente “llueve del cielo”, su función como “prueba del pueblo”, la modalidad relacionada con el sábado. No menciona las codornices.
16,9-12. Aquí se aprecia más el desorden del relato. Los versos 9-10 son litúrgicos: acercarse al Señor, cómo entrar por el templo y acercarse al santuario, aparición de la gloria como momento culminante, la nube del incienso.
16,13-14. Cumplimiento del anuncio del v.8.
16,15. * = man hû.
Salmo:78,3-4.23-25.54
3Lo que oímos y aprendimos
y nos contaron nuestros padres
4no lo encubriremos a sus hijos,
lo contaremos a la siguiente generación:
las glorias del Señor y su poder
y las maravillas que realizó.
23Dio orden arriba a las nubes
y abrió las compuertas del cielo;
24hizo que les lloviese maná para comer
y les sirvió un trigo celeste.
25Un pan de héroes comió el hombre,
les mandó provisiones hasta la hartura.
54Los hizo entrar por la santa frontera,
al monte que su diestra había adquirido*.
EXPLICACIÓN.
78,3-8 Están bajo el signo de la tradición, concentrada ejemplarmente en cuatro generaciones: nuestros padres, nosotros, nuestros hijos, sus sucesores. Varias repeticiones subrayan la continuidad. El contenido de la tradición son loas, maravillas y proezas de Dios. La finalidad es engendrar "confianza" en Dios y observancia de sus "mandatos". Varias repeticiones subrayan la continuidad.
78,21-31 Este episodio hay que leerlo en marcado en una inclusión de cólera divina. Es la respuesta al desafío: -A que no puedes. -Va verás si puedo, y verás las consecuencias. El dominio de Dios se ejerce en el reino de los meteoros, el cielo, las nubes y los vientos. Normalmente Dios envía desde el cielo la lluvia, que fertiliza la tierra, que produce comida para el hombre (Dt 11,11 s; Sal 65,10; 85,13; Is 55,10). Ahora se salta las etapas y hace llover directamente la comida confeccionada. Los vientos, servidores de Dios (Sal 104,4), incluso el temido levantino, se hacen portadores de carne sabrosa y abundante. La "polvareda" del v. 27 puede hacer pensar en el terrible simún, esta vez benéfico. Pero, en el pecado la penitencia: la avidez convierte el beneficio en maleficio. Los más "robustos" o gordos; la "flor" son los mozos.
78,54 "Santa" por ser propiedad del Señor. "Monte" abarca todo el país de Canaán, lugar opuesto a la tierra baja de Egipto: Ex 15,17. * O: fundada.
Transposición cristiana.
La clave está en la visión de Jesús como nuevo David y nuevo pastor. El verso 2 lo cita Mt 13,35 para justificar el uso que hace Jesús de parábolas. El despertar de Dios lo aplican algunos Padres a la resurrección de Jesucristo.
17Por tanto, en nombre del Señor os digo y os recomiendo que no viváis más como los paganos, con la cabeza vacía,
20Lo que es vosotros, no fue ésa la instrucción que os dieron sobre el Mesías; 21supongo que os hablaron de él y que, a propósito de él, os enseñaron lo que responde a la realidad de Jesús; 23es decir, a despojaros, respecto a la vida anterior, del hombre que erais antes, que se iba desintegrando seducido por sus deseos, 23a cambiar vuestra actitud mental 24y a revestiros de ese hombre nuevo creado a imagen de Dios, con la rectitud y santidad propias de la verdad.
EXPLICACIÓN.
La adhesión al Señor lleva consigo un cambio radical de conducta (cf. Rom 6; Col 3); la forma de vivir de los paganos se describe con el lenguaje convencional propio de los polemistas judíos (cf. Rom 1,18ss); conductas de esta clase no pueden continuar cuando se entra a formar parte de la comunidad (17-19).
Instrucción prebautismal; da a conocer a Jesús como salvador (Mesías) y la conducta que responde a ese conocimiento; ruptura con el pasado, cambio de vida y de actitud que hacen un hombre nuevo (cf. Col 3,10) (20-24).
Evangelio: Juan 6,24-35
24. Así, al ver la gente que Jesús no estaba allí ni sus discípulos tampoco, se montaron ellos en los botes y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
25. Lo encontraron al otro lado del mar y le preguntaron:
-Maestro, ¿desde cuándo estás aquí?
26. Les contestó Jesús:
-Sí, os lo aseguro. No me buscáis por haber visto señales, sino por haber comido pan hasta saciaros.
27. Trabajad, no por el alimento que se acaba, sino por el alimento que dura dando vida definitiva, el que os va a dar el Hombre, pues a éste el Padre, Dios, lo ha marcado con su sello.
28. Le preguntaron:
-¿Qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?
29. Respondió Jesús:
-Éste es el trabajo que Dios quiere, que prestéis adhesión al que él ha enviado.
30. Le replicaron:
-y ¿qué señal realizas tú para que viéndola te creamos?, ¿qué obra haces?
31. Nuestros padres comieron el maná del desierto; así está escrito: “Les dio a comer pan del cielo”.
32. Entonces Jesús les respondió.
-Pues, sí, os lo aseguro: Nunca os dio Moisés el pan del cielo; no, es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo.
33. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
34. Entonces le dijeron:
-Señor, danos siempre pan de ése.
35. Les comentó Jesús:
-Yo soy el pan de la vida. Quien se acerca a mí nunca pasará hambre y quien me presta adhesión nunca sed.
EXPLICACIÓN.
Comienza la explicación del episodio de los panes. Los que habían comido acuden a Jesús, deseosos de continuar en una situación que les aseguraba el sustento sin esfuerzo propio (22,24).
Explicación de Jesús: Han sido los beneficiarios del amor de Dios, expresado a través de Jesús y los suyos, pero ellos recuerdan sólo la satisfacción del hambre; por eso buscan a Jesús (25-26). El don del pan era una invitación a la generosidad; no era solamente donación de algo (el pan), expresaba la donación de la persona. Al retener solamente el aspecto material, la satisfacción de la propia necesidad, la han vaciado de su contenido y no han respondido al amor.
Aviso (27): No basta encontrar solución a la necesidad material; hay que aspirar a la plenitud humana, y esto requiere colaboración del hombre (Trabajad). Han limitado su horizonte: el alimento que se acaba (el pan) da sólo una vida que perece; el que no se acaba (el amor), da vida definitiva. El pan ha de ser expresión del amor. Ellos ven el pan sin comprender el amor, y en Jesús ven al hombre, sin descubrir el Espíritu. Jesús, el Hombre portador del Espíritu (sellado por el Padre). Creen que Dios va a prescribir algún mandamiento u observancia; no conocen el amor gratuito (28). Lo único necesario es la adhesión a Jesús (29).
No se esperaban esto; un profeta reclama fidelidad a Dios, no adhesión a su propia persona. Comprenden que se declara Mesías y, para darle la adhesión, exigen un prodigio como los del antiguo éxodo, semejante al del maná, el llamado pan del cielo (Neh 9,15; Éx 16,15; Nm 11,7-8; Sal 78,24). Oponen los prodigios de Moisés a la falta de espectacularidad de la obra de Jesús. Exigen lo portentoso, lo que deslumbra sin comprometer, en vez de lo humano, cotidiano, profundo y de eficacia permanente.
Respuesta tajante (32-33): el maná no era pan del cielo ni dio vida definitiva; ésta la da otro pan que tiene su origen en el Padre y que no cesa de llover sobre la humanidad. El pan expresa el amor de Dios creador; el pan del cielo es una manifestación de ese amor, superior a la del pan material. Deseo ineficaz: quieren recibir el pan pasivamente, sin comprometerse al trabajo ni acabar de dar adhesión a Jesús (34). Este pan es Jesús mismo (35), don continuo del amor del Padre a la humanidad; la adhesión a él satisface toda necesidad del hombre (al contrario que la Ley, cf. Eclo 24,21; cf. Jn 4,13a-14) (35).
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