lunes, 19 de abril de 2021

30 DE MAYO

 Primera Lectura: Deuteronomio 4,32-34.39-40

32”Sí, pregunta a la antigüedad, a los tiempos pasados, remontándote al día en que Dios creó al hombre sobre la tierra y abarcando el cielo de extremo a extremo, si ha sucedido algo tan grande o se ha oído algo semejante. 33¿Has oído algún pueblo a Dios hablando desde el fuego, como tú lo has oído, y quedó vivo? 34¿Intentó algún dios acudir a sacarse un pueblo de en medio de otro con pruebas, signos y prodigios, en son de guerra, con mano fuerte y brazo extendido, con terribles portentos, como hizo el Señor, vuestro Dios, con vosotros contra los egipcios, ante vuestros ojos?
39Pues reconoce hoy, y métetelo dentro, que el Señor es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. 40Guarda los mandatos y preceptos que te daré hoy; así os irá bien a ti y a los hijos que te sucedan y prolongarás la vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar para siempre”.

EXPLICACIÓN.

4,32-40.     Después de la exposición negativa sobre los ídolos, con sus amenazas, pasa el predicador a inculcar la doctrina positiva sobre Yhwh; un monoteísmo formal y explícito, en la línea de Isaías Segundo (Is 45,5.18.22; etc). La profesión de fe “reconocer” se repite a manera de estribillo (35 y 39).
 
                  Aunque breve, el epílogo es una pieza oratoria que despliega sus mejores recursos: enumera (siete miembros en v.34), interroga, interpela, solicita la colaboración de los oyentes, “pregunta” (cfr. Job 8,8). Quiere abarcar el espacio celeste de extremo a extremo y remontarse en la historia hasta la creación de Adán: colocado en esas coordenadas de espacio y tiempo, el hecho de Israel es máximo y único, como es único su Dios, el Señor.
 
                 Entre los hechos recientes, destaca el orador la salida de Egipto y la revelación verbal del Sinaí. Sólo que esa alianza es consecuencia de la promesa hecha a los patriarcas. Todo ha de desembocar, por parte del pueblo, en el cumplimiento de la ley, fuente de bendiciones.

Salmo Responsorial:  33,4-6.9.18-20.22

4 Que la palabra del Señor es recta
y toda su actividad está acreditada.
5 Ama la justicia y el derecho
y su misericordia llena la tierra.
6 Por la palabra del Señor se hizo el cielo,
por el aliento de su boca sus ejércitos.
9 Porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.
18 Mira: el ojo del Señor sobre sus fieles,
que esperan en su misericordia,
19 para librar su vida de la muerte
y mantenerlos en tiempo de hambre.
20 Nosotros aguardamos al Señor
que es nuestro auxilio y escudo;
22 Que tu misericordia nos acompañe,
Señor, como lo esperamos de ti.

EXPLICACIÓN.

Himno de número alfabético, es decir, consta de 22 versos. Se destaca la amplitud del marco, que ocupa tres versos al comienzo y tres al final. Alaba a Dios como creador de la naturaleza y regente de la historia; en la naturaleza distingue el cielo, agua y tierra; entre los hombres distingue las naciones paganas y el pueblo escogido. Colocando a Dios en el centro e imaginando en círculos concéntricos pueblo - naciones - naturaleza, podemos examinar relaciones de semejanza y oposición. ¿Se parecen las naciones al cielo ordenado o al mar levantisco? ¿Se contraponen al pueblo elegido? ¿Se parece éste a la naturaleza dócil? El salmo implica lucha y victoria, pero el dramatismo no conmueve el poema transido por la victoria serena y soberana.

El poema es grandioso, porque abarca grandes unidades, totalidades, multitudes. No se distingue por imágenes originales ni por aciertos descriptivos.
 
33,6-9 El Creador. Acaba de alabar palabra y obra; ahora dice que Dios habla por la palabra, que suena y actúa en la frontera última y primera del ser y el no ser. Lo escueto del v.9 es su acierto. El poeta empareja palabra con aliento y soplo. La ecuación se apoya en una observación obvia: las palabras son emisión modulada de aliento. Se añade el valor simbólico potencial: con el aire que respiramos, hecho palabra, nuestro espíritu se comunica. Y también el de Dios.
33,6 Ejércitos del cielo son los astros, ordenados y obedientes.
 
33,18-19 El destino del pueblo escogido es un sistema de contrastes. A la derrota militar no se opone la victoria militar de Israel, sino la intervención del Señor. A la mirada universal escrutadora, la mirada protectora. Todo lo domina la "misericordia", que alcanza el límite último de la vida y la muerte.

                   33,19 También el rey de Israel puede fracasar en sus planes, si ésos no respetan el designio del Señor. En tiempo de guerra y en tiempo de hambre lo importante es "confiar" en el Señor, cuyo "designio" es "conservar la vida": Gn 50,20. Por eso al final del salmo se impone la "esperanza" y "confianza" en la "misericordia" del Señor.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

                   Podemos fijarnos en la escena de Getsemaní: en la oración de Jesús para aceptar el designio del Padre; en el intento armado de un discípulo contra el plan de Dios. En el prólogo de Juan, 1,3 se cita o se alude a los versos 6.9 del Salmo.

Segunda Lectura: Romanos 8,14-17

14porque hijos de Dios son todos y sólo aquellos que se dejan llevar por el Espíritu de Dios.
          15Mirad, no recibisteis un espíritu que os haga esclavos y os vuelva al temor; recibisteis un Espíritu que os hace hijos y que nos permite gritar; ¡Abba! ¡Padre! 16Ese mismo Espíritu le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios; 17ahora, si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios, coherederos con el Mesías; y el compartir sus sufrimientos es señal de que compartiremos también su gloria.

EXPLICACIÓN.

Dios es la vida; para tenerla, hay que ser hijo suyo por el Espíritu, y ser hijo se muestra en la conducta (12-14). Corrige Pablo la metáfora de la esclavitud hecha en 6,22: nada de esclavos, sino hijos, condición que excluye todo temor. Horizonte del cristiano (15-17).

Evangelio: Mateo 28,16-20

(Mc 16,14-18; Lc 24,36-39; Jn 20,19-23; Hch 1,9-11)
 
16Los once discípulos fueron a Galilea al monte donde Jesús los había citado. 17 Al verlo se postraron ante él, los mismos que habían dudado. 18Jesús se acercó y les habló así:
-Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra. 19Id y haced discípulos de todas las naciones bautizadlos rara vincularlos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo 20 y ensenadles a guardar todo lo que os mandé; mirad que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin de esta edad.

EXPLICACIÓN.

16-20. Los once discípulos (cf. 10,1); falta uno, judas e! traidor, representante de! Israel histórico que ha pedido la muerte de Jesús. El Israel mesiánico se forma sin integrar al antiguo pueblo como tal. Habían dudado (16), como Pedro (cf. 14,21), e! escándalo de la cruz. En su vida mortal, «el Hombre» tenía autoridad «en la tierra» (9,6); ahora (cf. 26,64) su autoridad es la de! Padre mismo (18): plena condición divina. Misión universal (19), va a cumplirse la promesa hecha a Abrahán (Gn 17,4s; 22,18). Jerusalén, capital de Israel, queda atrás y no va a ser objeto de nueva misión (10,6; 15,24); Galilea abre e! camino hacia los paganos. Primer medio para hacer discípulos: e! bautismo, que vincula al Padre, fuente del Espíritu, al Hijo, de quien se recibe, y al Espíritu mismo, que potencia al hombre, completa su ser y lo pone en la línea del "Hombre» (cf. 3,16). Segundo medio, la instrucción o enseñanza sobre la práctica de! mensaje. Cuanto os mandé, alusión a los «mandamientos mínimos» (5,19), las bienaventuranzas. Los que enseñan esto han de practicarlo (5,19). Promesa para la misión (20b). Así se cumplirá el contenido de su nombre, Emmanuel: «Dios con nosotros».

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